|
El gran destino de D.Pedro Duro
Se cumplen 150 años de la llegada de Pedro Duro (1810-1886) a Langreo. Había recorrido antes media España, de Norte a Sur, buscando terrenos para instalar una ferrería. Se quedó definitivamente en La Felguera. Aquí había carbón y agua abundante, una carretera y un ferrocarril que conducían al mar. Y estar cerca de mar era entonces estar cerca del mundo. En menos de tres años, Duro, socio y administrador, puso en pie un moderno complejo metalúrgico: Duro y Compañía (Duro Felguera desde 1900). Asturias dejaba así de ser “La Siberia del Norte”, convirtiéndose la Duro en la factoría más importante de España durante un cuarto del siglo.
La Felguera fue su gran destino. Pedro Duro y La Felguera son ya elementos indisociables. Con rango industrial y universal. Duro reconoció desde el principio que obtener beneficios era el fin principal de su arriesgada iniciativa industrial. Nunca tuvo mala conciencia por ello. Pero al mismo tiempo se le cita como ejemplo por su política social, la más avanzada del siglo XIX en España.
Duro aplicó en su fábrica un sistema de protección social que llegaba a donde las administraciones públicas no podían llegar entonces. Impulsó una caja de socorros que cubría las necesidades más perentorias del obrero y su familia, incluso los montepíos alcanzaban a los obreros que hubieran sido despedidos, Y se reconocían servicios gratuitos que aún hoy pueden parecer un lujo: el obrero tenía la posibilidad de “cambiar de aires o Tamar baños de mar para mejorar su estado de salud.
Es cierto que no tuvo que enfrentarse a un sindicalismo fuerte, a una lucha de clases organizada. Socialistas y anarquistas se constituyen aquí como fuerzas políticas y sindicales un decenio largo después de la muerte de Duro, que creía asimismo que el obrero no debía aceptar pasivamente “la posición que le había tocado ocupar en el mundo, porque a nadie, y menos al obrero, le estaba prohibido mejorar su suerte en la vida”. Y como “liberal templado”, defendía que cada uno era libre de defender las opiniones políticas que creyera mejores para sus intereses.
En 1895, por suscripción de los propios obreros de la fábrica se levantó en La Felguera una magnífica estatua en honor a su fundador.
Pedro Duro fue amigo de algunos de los políticos más influyentes de la época. Casi todos progresistas. Entre ellos destacan los cameranos como él: Olózaga, que intentó llevar a Duro a la política activa, pero éste reconocía que no estaba hecho “para los enredos políticos”. Y Sagasta, su mejor amigo durante más de medio siglo, estuvo en la inauguración de la fábrica. Y ambos se reunieron luego muchos veranos en el balneario ovetense de Las Caldas. Muerto ya Duro, Sagasta, de nuevo en La Felguera, declaraba emocionado que el extraordinario avance industrial experimentado por la comarca se debía a la energía y a la buena idea de su gran amigo, “el inolvidable Pedro Duro”.
Otros políticos del moderantismo, también amigos y socios comanditarios de Duro y Compañía, apoyaron desde Madrid el proyecto de aquella empresa periférica.
Pedro Duro fue un empresario muy bien informado. Estaba suscrito a más de medio centenar y revistas de tendencias y temáticas diversas. Escribió asimismo artículos periodísticos, libros y contentó a encuestas parlamentarias en las que defendió posiciones “razonablemente proteccionistas”, encaminadas a impulsar y a fortalecer la débil e incipiente industria española frente a la competencia de países más desarrollados económicamente, como Inglaterra.
Sostienen los clásicos que la verdadera grandeza es un misterio inexplicable. Una fuerza carismática que atraviesa siglos, pueblos, clases sociales. Singularidades individuales que se convierten en auténticas instituciones por razones evidentes. Es el caso de Pedro Duro.
Hace algún tiempo, catedráticos de la Universidad de Oviedo elaboraban un Gobierno ideal para Asturias a través de los personajes contemporáneos. Pues bien, Pedro Duro aparece repetido como consejero de Trabajo y de Industria, Comercio y Turismo junto con figuras tan relevantes y heterogéneas como Jovellanos, Clarín, Rosario Acuña, Belarmino Tomás, Canga Argüelles, Indalecio Prieto, Valentín de Andrés, Adolfo González Posada o Álvaro Fernández Estrada. También fueron ajenos a esa fuerza carismática obreros en lucha despedidos de Duro Felguera cuando colocaron en la estatua de Pedro Duro este expresivo lema. “Si él levantara la cabeza, esto no habría ocurrido”. Pedro Duro murió en 1886. En su obituario, una revista especializada madrileña lo situaba a la altura de los grandes capitanes de la industria metalúrgica europea: los Krupp, Cockerill, Schneider. Y sostenía además que, si en España no se malgastaran estérilmente las fuerzas en caciquismos, compadrazgos y banderías políticas, el valle de Langreo hubiera alcanzado el desarrollo industrial de los grandes distritos europeos, como los de Lieja, Glasgow, Essen o Middlesbrough. Su muerte, concluía la revista, había supuesto “una verdadera pérdida para la industria y para la nación, que no está tan sobrada de grandes caracteres”.
No puede ser también más explícita la valoración de los directivos de la actual Duro Felguera en algunos textos publicitarios. “Nuestro orgullo es considerarnos herederos del espíritu de iniciativa, de la vocación técnica y del sentido de progreso, en todos los órdenes, de don Pedro Duro.
Por último, Melchor Fernández Díaz ilustra muy literariamente esa valoración histórica: “Desde el frontal de la sede de la empresa en Oviedo, el retrato de Pedro Duro Benito contempla con sus ojos azules el tercer siglo de la empresa que fundó a mediados del siglo XIX”.
*Artículo publicado en La Nueva España el 7 de mayo de 2007.
Francisco Palacios
Área de Historia de "Langreanos en el mundo" |
|